Pánico al amor
Requisitos del amor de pareja
Por JOSÉ LUIS CANO GIL
Cada vez siento más apuro, más impotencia al escribir sobre el amor en los tiempos que corren. Y más tras leer"Somos la generación que no quiere relaciones", de Krysti Wilkinson (¡gracias, I.!). ¿Sirve de algo hablar de cosas tan "obsoletas" y contra corriente en medio de este tsunami global de supernarcisismos y megatecnologías? Pero lo intentaré una vez más, aunque sólo sea brevemente. Y sólo para las personas que no logran ser felices en pareja. Que piensan que cualquier hombre o mujer es emparejable. Que cambian de pareja sin cesar. Que sueñan que la relación amorosa es una opción poco menos que obligatoria o universal... Etcétera. A todos ellos cabría recordarles que desgraciadamente:
el amor NO es para todos
Las raíces del amor son muy complejas y delicadas y, sobre todo, muy alargadas. Muy profundas. Por eso, al menos según mis observaciones, el amor sólo puede florecer en las personas y relaciones que reúnen las siguientes características:- Maduración psíquica. Es decir, neurosis leve en ambos miembros de la pareja. Esto significa que ambos deben haber vivido una infanciareal y suficientemente amorosa, que les haya permitido desarrollar un mínimo de confianza y vinculación estable ("apego seguro") con los seres humanos. Y, por tanto, también una mínima seguridad en sí mismos.
- Función "parental". El lado más adulto de cada persona debe ser capaz de acoger y cuidar (como una buena "madre" o "padre") el lado más infantil de la otra; y ambos deben saber aceptar y disfrutar de tal amparo. Esta función permite rellenar en la vida adulta, hasta cierto punto, las carencias infantiles más básicas (1).
- Amistad. Valores, necesidades, sexualidad y objetivos afines y/o compatibles
Lamentablemente, la mayoría de gente jamás gozó de un amor infantil suficiente, de modo que luego lo buscan (o lo evitan) incansablemente en la vida adulta a través de las relaciones de pareja y/o el sexo, llamando amor a tal afán desesperado. Muchos desean tener hijos por las mismas razones. Pocas personas se dan cuenta de estas psicodinámicas, de sus dificultades para confiar y vincularse, y mucho menos se atreven a elaborar terapéuticamente sus limitaciones psicoafectivas. La mayoría prefiere sufrir continuamente en sus relaciones, o cambiar de pareja sin cesar, o -por supuesto- transmitir su drama a sus hijos... Lo que subyace en todos ellos es, obviamente, su pánico al amor.
¿Qué niño/a gravemente malquerido/a se arriesgaría en su edad adulta a abrirse al amor, sin temor de ser nuevamente dañado? Si la gravedad de sus heridas le hizo incluso perder toda confianza en el género humano, ¿cómo volverá a recobrarla? Más aún, ¿por qué debería siquiera intentarlo?Cuanto mayor fue el trauma, más atroz es el miedo y el narcisismo resultante. Es aquí precisamente donde convergen todos los hilos de la tragedia: 1) el problema de las psicosis y neurosis más o menos irreversibles; 2) la mayor o menor eficacia de las psicoterapias; 3) la fuente original de todo ello, que es la barbarie emocional contra los niños. Así, el amor que no se siembra en la infancia difícilmente fructificará en la adultez (2). Por eso tan poca gente ama en el mundo. Y, a menos que hagamos algo pronto, el amor desaparecerá para siempre sustituido por la enajenación definitiva del poder estatal y sus megatecnologías.
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1. En este sentido y en lo más profundo, toda relación de pareja, por muy sana que sea, es también en parte una neurosis compartida. De otro modo, ¿por qué nos emparejaríamos? Lo que no significa que quienes no se emparejan sean por ello más sanos. Una misma neurosis puede expresarse de formas opuestas, y no es lo mismo, p. ej., superar la necesidad de tener pareja que evitarla por miedo u otros conflictos inconscientes.
2. Lo que sí puede lograrse, pero sólo con ayuda de buenas psicoterapias, es reducir o eliminar algunos de los obstáculos inconscientes que dificultan el amor (y la felicidad), y acrecentar los aspectos sanos de las personas.
1. En este sentido y en lo más profundo, toda relación de pareja, por muy sana que sea, es también en parte una neurosis compartida. De otro modo, ¿por qué nos emparejaríamos? Lo que no significa que quienes no se emparejan sean por ello más sanos. Una misma neurosis puede expresarse de formas opuestas, y no es lo mismo, p. ej., superar la necesidad de tener pareja que evitarla por miedo u otros conflictos inconscientes.
2. Lo que sí puede lograrse, pero sólo con ayuda de buenas psicoterapias, es reducir o eliminar algunos de los obstáculos inconscientes que dificultan el amor (y la felicidad), y acrecentar los aspectos sanos de las personas.
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