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lunes, 17 de octubre de 2011

sábado, 15 de octubre de 2011

Células espejo o el potencial del ejemplo humano

Asunta de Hormaechea* 29/09/2011 (06:00h)

Campaña que pretendía concienciar a los padres mostrando cómo los niños les imitan.

En psicología y en pedagogía es bien sabido que los niños aprenden más de sus mayores lo que ven que lo que se les dice. Así de nada sirve decirle a un niño que no debe mentir, por ejemplo, si ve mentir a sus padres con frecuencia y naturalidad. Sin duda incorporará la mentira en su repertorio de conductas.

Este axioma, que es de todos conocido, comienza a tener una explicación científica. Desde la década de los noventa varios investigadores del funcionamiento cerebral, Rizzolati, Sinaglia y más recientemente Iacoloni, de la Universidad de California (UCLA), han estado poniendo su atención en las ‘células espejo’.

Al comienzo pensaron que era un sistema de imitación mecánica, lo corroboraron en animales pero faltaba descubrirlas en los humanos. Recientemente se ha hecho esta comprobación, los humanos también tenemos estas células espejo y, lo que es más importante, no sólo son un sistema de imitación mecánica sino que están íntimamente implicadas en los valores éticos, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y en la sabiduría del ser humano.

Estas células registran las acciones de los demás y procesan los datos a una altísima velocidad, mucho más rápido de lo que somos capaces de procesarla conscientemente. Así que viendo actuar a otros sabemos, sin necesidad de saberlo conscientemente, qué están sintiendo. A esto lo llamamos empatía. No necesitamos que nuestro interlocutor nos diga nada para saber qué le pasa, qué siente, qué necesita. Eso sí, es necesario que nos fiemos de nuestras percepciones. Es frecuente que no prestemos atención a estas ‘intuiciones’ y las desechemos desperdiciando así una valiosísima información.

Ahora bien, estos descubrimientos nos llevan a otras reflexiones. Cuando somos testigos de una acción nuestras células espejo ‘ejecutan’ mentalmente esta misma acción. Todo lo que vemos hacer a otra persona lo ejecutamos mentalmente. ¿Tendrá esto que ver con el aumento de la violencia en nuestra sociedad?

Nuestros niños, adolescentes y jóvenes llevan a cabo muchas acciones violentas en los videojuegos y todos, adultos incluidos, contemplamos acciones de suma violencia en las películas y en los noticiarios. Si, como sugieren los estudios con las células espejo, ejecutamos mentalmente estas acciones cuando las vemos y las incorporamos a nuestro acervo de posibilidades de acción, el resultado será que cada vez estamos más familiarizados con la violencia y nos será más fácil cometer actos violentos ya que hemos tenido todo un entrenamiento mental previo.

Lacoloni (UCLA) ya señala que las células espejo pueden estar detrás de la violencia imitada, y lo que es aún más importante, que estas acciones violentas se pueden llevar a cabo sin que medio un proceso consciente y, por tanto, sin que entre en juego la voluntariedad.

Esto no quiere decir que las responsables de la violencia sean las citadas células, ellas se limitan a llevar a cabo su función: facilitar el aprendizaje resonando con lo que perciben. Copian todo lo que perciben sin discriminación. La responsabilidad de lo que ponemos en juego es nuestra. Si admitimos que en nuestro entorno haya cada vez más acciones e imágenes de violencia estamos contribuyendo directamente a aumentarla y a hacer que el mundo sea cada vez más violento.

Pero tenemos otras opciones, también podemos hacer, promover y mostrar acciones de solidaridad, cooperación, altruismo, compasión, generosidad, fraternidad, benevolencia, civismo, y un largo etcétera de actitudes y emociones positivas, estaremos entonces contribuyendo a crear un mundo más pacífico y armonioso. Está en nuestra mano y es nuestra responsabilidad.

Asunta de Hormaechea* es psicóloga y psicoterapeuta