Todos los
humanos sufren en mayor o menos medida el duelo por una pérdida. En cualquier
sociedad de cualquier parte del mundo se produce un intento casi universal por
recuperar el objeto perdido, y/o existe la creencia en una vida después de la
muerte donde uno se puede volver a reunir con el ser querido. El duelo es
una cuestión muy compleja y se experimenta de muchas y variadas formas, muchas
enfermedades psiquiátricas son la expresión de un duelo patológico, dichas
enfermedades incluyen en muchos casos estados de ansiedad, depresión, histeria
e incluso más de un tipo de trastorno de personalidad.
El
objetivo global de la psicoterapia en procesos de duelo es ayudar al
superviviente a completar cualquier cuestión no resuelta con el fallecido y a
ser capaz de decir un adiós final, para ello, debemos completar el siguiente
procedimiento:
1.
Descartar enfermedades físicas: Aunque algunos
síntomas aparecen como equivalentes del duelo, no ocurre con todos ellos y no
se debería empezar nunca una terapia en un duelo en el que el síntoma físico
sea el factor más destacado a no ser que se pueda excluir plenamente que hay
una enfermedad física detrás del síntoma.
2.
Establecer el contrato y la alianza terapéutica:
El paciente está de acuerdo con volver a explorar su relación con la persona o
personas implicadas en la pérdida previa. El terapeuta refuerza la creencia del
paciente de que esto será beneficioso, y coincide con él en que ésta es una
área que vale la pena explorar. Las relaciones pasadas se exploran sólo si
afectan directamente a la respuesta al duelo actual.
3.
Revivir recuerdos del fallecido: Quién era, cómo
era, qué recuerda el cliente de él/ella, de qué cosas disfrutaban juntos, etc.
Es importante empezar a construir un entramado preliminar de recuerdos
positivos que ayuden al paciente, más adelante, si se resiste a experimentar
algunas de las emociones más negativas. En las primeras sesiones se dedica un
tiempo considerable a hablar del fallecido, particularmente de las
características positivas, cualidades y actividades agradables que el
superviviente compartía con él. Gradualmente se habla de algunos de los
recuerdos más “mezclados”.
Finalmente
se anima a la persona a comentar recuerdos llenos de dolor, enfado y
desilusión.
Si
el paciente viene a buscar tratamiento consciente sólo de los sentimientos
negativos, el proceso se hace el revés y se revisan los recuerdos positivos y
las emociones sólo sin pocos.
Si
hay múltiples pérdidas se ha de trabajar con cada una separadamente. En
general, es mejor explorar primero la pérdida que se cree que tiene menos
factores que la complican.
4.
Afrontar el afecto o la ausencia del mismo que provocan los recuerdos: Se
puede trabajar gradualmente explorando los sentimientos más ambivalentes y,
finalmente, ayudando al paciente a estar en contacto con sus sentimientos de
enfado. Ver que esos sentimientos no excluyen los positivos y viceversa, y
ser capaz de expresarselos a su hijo/a difunto.
También
puede surgir cuando se estimulan los recuerdos del fallecido es la culpa. Una
vez se identifica la culpa, es importante ayudar a la persona a confrontarla
con la realidad, gran parte de la culpa es irracional y no se aguanta al
confrontarla con la realidad.
Parte
de la culpa puede ser real. Es importante, cuando se trabaja con culpa real,
incluir la búsqueda y la concesión de perdón entre el fallecido y el paciente.
Para facilitar esto, pueden ser útiles ciertas técnicas de roles playing y de
imaginación.
5.
Explorar y desactivar objetos de vinculación: Objetos
simbólicos que guarda el superviviente y le permiten mantener externamente la
relación con el fallecido. Los objetos pueden dificultar la realización
satisfactoria del proceso del duelo.
Generalmente,
los objetos de vinculación se eligen de una de las cuatro áreas siguientes:
∗ Alguna pertenencia del fallecido,
algo que llevaba puesto como un reloj o un pieza de joyería;
∗ Algo con lo que la persona fallecida
amplió
sus sentidos, como una cámara,
que representaría
una ampliación
visual;
∗ Una representación del fallecido,
como una fotografía;
∗ Algo que estaba a mano cuando se
recibió
la noticia de la muerte o cuando la persona en duelo vio el cuerpo del muerto.
6.
Reconocer la finalidad de la pérdida. Es importante ayudar a dichos pacientes
a evaluar por qué no pueden reconocer el final de su pérdida.
7.
Tratar la fantasía de acabar el duelo. Es útil hacer que los pacientes
exploren sus fantasías sobre cómo sería acabar el duelo o qué implicaría para
ellos. ¿Qué perderían al acabarlo? Aunque es un procedimiento bastante simple,
ofrece resultados fructíferos.
8.
Ayudar al paciente a decir un adiós final. Decir adiós a un
ser querido que ha fallecido puede ser algo confuso para algunas personas.
Se
trata de decir adiós al deseo de que el fallecido esté vivo, de que esté aquí
conmigo, y adiós a la fantasía de que puedo recuperar alguna vez a la persona
perdida. Este proceso sitúa al fallecido en un lugar menos central en la vida
del superviviente, de manera que éste puede continuar su vida.
Se
puede hacer gradualmente durante el curso de la terapia. En cada sesión se
anima al paciente a decir un adiós temporal al fallecido, “adiós por el
momento” que finalmente lleva al punto de decir un adiós final cuando la
terapia llega a su fin.
Es
importante que el terapeuta deje al paciente tomar la iniciativa en este
proceso preguntándoles si está preparado para decir adiós.
TÉCNICAS ÚTILES
1. El
lenguaje evocador: El asesor puede usar palabras duras que evoquen
sentimientos, como por ejemplo, “tu hijo murió” versus “perdiste a tu hijo”.
Este lenguaje ayuda a la gente aceptar la realidad que rodea a la pérdida y
puede estimular algunos de sus sentimientos dolorosos. También puede ser útil
hablar del fallecido en pasado: “su marido era...”.
2. El uso
de símbolos: Hacer que el cliente traiga fotos del fallecido a las sesiones.
Esto no sólo ayuda al asesor a tener una sensación más clara de quién era dicha
persona sino que, además, crea una sensación de inmediatez y un enfoque
concreto para hablar al fallecido en vez de hablar de él. Otros símbolos que me
han resultado útiles son cartas escritas por el fallecido, cintas de casete o
de vídeos suyas y artículos de ropa y joyería.
3.
Escribir: Hacer que el superviviente escriba una o varias cartas al fallecido
expresando sus pensamientos y sentimientos. Esto le puede ayudar a arreglar los
asuntos pendientes y a expresar las cosas que necesite decirle. Llevar una
diario explicando la experiencia del duelo o escribir poesía también puede
facilitar la expresión de sentimientos y dar significado personal a la
experiencia de la pérdida.
4.
Dibujar: Al igual que la escritura, hacer dibujos que reflejen los
propios sentimientos y experiencias con el fallecido son también útiles. Ésta
es una técnica muy buena para usar con niños, pero también funciona con adultos.
5. Role
playing: Ayudar a las personas a representar diferentes situaciones
que temen o sobre las que se sienten molestas es una manera de desarrollar sus
habilidades, algo que es muy útil al trabajar con la tarea III. El asesor puede
participar en el role playing ya sea como facilitador o para modelar posibles
conductas nuevas en el cliente.
6.
Reestructuración cognitiva: Aquí el supuesto subyacente es que
nuestros pensamientos influyen en nuestros sentimientos, sobre todo los
pensamientos encubiertos y el habla interna que fluye constantemente en nuestra
mente. Al ayudar al paciente a identificar estos pensamientos y contrastarlos
con la realidad para ver su precisión y sobregeneralización, el asesor puede
ayudar a reducir los sentimientos disfóricos que provocan ciertos pensamientos
irracionales, como “nadie me volverá a querer de nuevo”, un pensamiento que
ciertamente no es probable en el presente.
7. El
libro de recuerdos: Una actividad que puede realizar la familia conjuntamente es
hacer un libro de recuerdos sobre el fallecido. Este libro puede incluir
historias sobre los acontecimientos familiares, cosas memorables como
instantáneas y otras fotografías y poemas y dibujos realizados por diferentes
miembros, incluidos los niños. Esta actividad puede ayudar a la familia a
recordar viejas historias y finalmente, a elaborar el duelo con una imagen más
realista de la persona muerta. Ademas, los niños pueden volver a revisarlo para
reintegrar la pérdida en su vida de crecimiento y cambios.
8.
Imaginación guiada: Ayudar a la persona a imaginar al fallecido, ya sea con los
ojos cerrados o visualizando su presencia en una silla vacía, y animarle a
decirle las cosas que siente necesidad de decirle, es una técnica muy poderosa.
El poder viene, no de la imaginación sino de estar en el presente, y de nuevo,
hablar con la persona en vez de hablar de la persona.
Me encantó la información, de verdad que bastante útil.
ResponderEliminar