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viernes, 30 de abril de 2010

LOS ESTADOS DEL YO

LOS ESTADOS DEL YO
El modelo de la personalidad del Análisis Transaccional se basa en lo que Berne
llamó Estados del Yo.
Un Estado del Yo es "un sistema de emociones y pensamientos acompañado de su
conjunto afín de patrones de conducta". (Berne, 1964).
La misma idea de estado hace referencia al hecho, que todos conocemos, de que una
persona no siempre está con las mismas emociones, no siempre piensa lo mismo y no siempre se comporta externamente (habla y actúa) de la misma manera. Podemos cambiar de estado de un momento a otro y podemos tener conciencia de esos cambios y de esos diferentes estados. Pero son estados de un mismo yo, de una misma concepción de sí mismo más o menos estable y también más o menos dinámica, es decir cambiante con el tiempo conforme cambian las circunstancias externas e internas, y conforme
vamos creciendo y vamos teniendo más experiencias en la vida. Berne observó que los diferentes estados del yo que usamos las personas pueden clasificarse en tres grandes grupos que tienen algo en común y que los distingue entre sí. Los tres grupos de estados del yo los denominó Padre Adulto y Niño.
Se manifiestan tanto internamente (pensamientos y sentimientos) como externamente
(lo que hablamos y lo que hacemos) de manera distinta.
Veamos ahora cada estado del yo, su definición, sus manifestaciones internas, las
formas en que las percibimos, sus manifestaciones externas más comunes.
EL NIÑO
Todos hemos sido niños y en la actualidad algunas veces sentimos, pensamos,
hablamos o actuamos como cuando éramos niños, tanto a solas como en nuestras
relaciones con los otros. Berne definió el estado del yo Niño como "una serie de sentimientos, actitudes y pautas de conducta que son reliquias de la propia infancia del individuo".
Nuestro Niño representa una forma de pensar, sentir y comportarnos en la que la
experiencia es subjetiva (por contraposición a la posibilidad de "objetivar" la experiencia desde el Adulto como veremos después), predomina la afectividad, las
emociones, la expresividad y la intuición.
Cuando utilizamos todos estos recursos para hacer frente a las situaciones, decimos
que utilizamos nuestro Niño. Podríamos decir que cada uno llevamos dentro un niño o
una niña. El niño o la niña que fuimos. Berne decía que "el Niño es un estado del yo que
es una reliquia arcaica de un periodo temprano significativo de la vida. El Niño
Berne definió el estado del yo Niño como "una serie de sentimientos, actitudes y
pautas de conducta que son reliquias de la propia infancia del individuo". (Berne, 1961).
Nuestro Niño representa una forma de pensar, sentir y comportarnos en la que la
experiencia es subjetiva (por contraposición a la posibilidad de "objetivar" la
experiencia desde el Adulto como veremos después), predomina la afectividad, las
emociones, la expresividad y la intuición.
Todos los niños son diferentes, el Niño de cada uno es diferente. Este Estado del
Yo Niño es diferente en cada época de uno mismo y también tiene pautas comunes
durante mucho tiempo o incluso toda la vida.
La manifestación del Niño en una situación dada puede tener resultados o
consecuencias o resultados saludables y efectivos o no, según los casos. El desarrollo
positivo de nuestro Niño es una gran fuente de energía psíquica. Nuestro Niño está en
nosotros, no para hacerlo callar siempre y para reprenderlo, sino PARA CUIDARLO.
Nuestro Niño es la parte de nuestra personalidad que nos aporta, si lo tratamos
adecuadamente, la espontaneidad, creatividad, entusiasmo, habilidad, afecto natural,
vivacidad,... de cuando éramos niños. También puede ser una manifestación de nuestra
personalidad atemorizada, vergonzosa, malhumorada, exigente, desconsiderada, e
incluso cruel,... como lo éramos de niños a veces. Es la parte más genuina de nosotros mismos y permanece en nosotros desde el nacimiento hasta la muerte, a partir de la cual se ha de desarrollar nuestra personalidad Adulta autónoma. Es mejor aceptarlo y ver la forma de cuidarlo bien para que crezca, que tratarlo con dureza y con desconsideración creyendo que así desaparecerá. Solo disfrutamos de la vida si nuestro Niño esta implicado y disfruta, y solo disfruta si está bien atendido.
COMO DISTINGUIR AL NIÑO EN ACCION
Cuando se hace cargo de la personalidad el Niño de la persona, esta se comporta de
un modo infantil, como un niño/a de determinada edad. Como el/la niño/a que la
persona fue en determinada época de su vida. La edad típica de nuestro Niño
depende de su historia infantil y de sus experiencias primeras.
El Niño se manifiesta por gestos más que por palabras: movilidad de los ojos,
agitación de las manos y de los pies, posturas, modulación de la voz, utilización de
expresiones metafóricas, sensaciones fisiológicas,...
Algunos de sus indicadores1 son:
Expresiones: ¡Yupi!, ¡Que guay!, ¡Fantástico!, La he fastidiado..., No se qué
más decir, Esto funciona.., ¿Vale...?, ¡Jo!, Que rollo...
Tonos de voz: Variable, o retraído y débil, o brillante y excitado.
Gestos: Bufar, hacer la burla, gesticular, retorcerse las manos, rascarse, mover
la punta del pie, retorcerse un cabello, repiquetear en la mesa, manosear un lápiz,
dibujar durante una reunión, bailar,...
Sensaciones: Nerviosismo, bienestar, picor, palpitación del corazón, lágrimas, risas,
rubor o palidez repentina, temblor,...
Actitudes corporales: Las piernas recogidas bajo la silla, los pies en la mesa,
desaliñado, desplomado, hombros contraídos, sacar el pecho, agitado, contraído,
feliz, caluroso, gracioso, simpático, deprimido,...
Miradas: Moviendo los ojos a derecha o a izquierda, los ojos bajados, suplicantes,
sonrientes, cómplices,...
EL PADRE
Todos hemos tenido padres o hemos sido criados por personas que hicieron para
nosotros de padres y que han tenido para nosotros, en la infancia, adolescencia y
algunas veces más tarde, una gran influencia. En la actualidad, algunas veces nos
percibimos a nosotros mismos pensando, sintiendo, hablando o comportándonos como
alguna de esas figuras parentales cuando estamos solos, pero sobre todo en nuestras
relaciones con algunas otras personas.
Berne definió el estado del yo Padre como "una serie de sentimientos, actitudes y
pautas de conducta que se asemejan a los de una figura parental ". (Berne, 1964)
El Padre es, en nuestra memoria, nuestro banco de datos interiorizado, nuestra
certeza sobre lo que se debe hacer en la vida.
Funciona como un magnetoscopio o magnetófono donde grabamos, tenemos
disponibles y en determinados momentos reproducimos interna y externamente un
repertorio de “grabaciones” con lo que se debe hacer, con lo que es válido hacer en cada
situación. "Puede funcionar como una influencia interna dirigente (Padre Influyente) o
exhibirse directamente como conducta paterna (Padre Activo)". (Berne, 1973).
Es el lugar de la cultura, de las tradiciones, de las normas, de los valores, nuestra
concepción del mundo y de la vida recibido del medio social en el que hemos crecido.
COMO DISTINGUIR EL PADRE EN ACCION
Cuando se hace cargo de la personalidad el Padre de la persona (Padre Activo), esta
se comporta como lo hacía alguna de sus figuras parentales cuando él tenía determinada
edad.
Cuando la persona que habla lo hace desde el Estado del Yo Padre:
- usa frases estereotipadas, refranes, clisés,
- da órdenes,
- usa adjetivos calificativos,
- hace juicios de valor,...
Ejemplos: “El que manda, manda; aunque mande mal”, “Si no sabes hacer las cosas
bien, no las hagas”, “Hazlo así”, “Eso no se hace”, “Siempre..”, “Jamás..”, “Lo que
hace falta es..”, “Por que lo digo yo”, “Esto es ridículo”, “¡Tonto!”, “¡Inmaduro!”,
“¡Infantil!”, “No haces nunca nada bien”, etc.
Tono de voz: En general fuerte, como puntualizando o bien envolvente...
Gestos: Apuntar con el índice, sacudir la cabeza de un lado para otro, aprobar con
la cabeza, hacer un guiño, estrechar a alguien en los brazos, dar una palmada en la
espalda...
Actitudes corporales: Manos sobre las caderas, mirar de arriba a bajo, cruzar los
brazos sobre el pecho, meter la barbilla entre la mano, extender los brazos...
Expresiones faciales: Fruncir las cejas, expresión de simpatía o de altivez, apretar
los labios, elevar las cejas, elevar los brazos al cielo...
Las miradas: Son intensas, dan miedo o envuelven o apoyan o culpabilizan o
miran desde arriba...
EL ADULTO
Berne definió el estado del yo Adulto como "caracterizado por una serie autónoma
de sentimientos, actitudes y pautas de conducta adaptadas a la realidad actual". (Berne,
1961).
Es la parte de nosotros que nos sirve para "fotografiar" u objetivar la realidad de las
cosas, de las personas y de los acontecimientos: los hechos, las cifras, los datos
objetivos. Con capacidad de escucha, de autoescucha y de interrogación.
En él radica la aptitud para recoger todas las informaciones necesarias para la
decisión, sin ideas preconcebidas ni ilusorias. También la capacidad de estrategia y de
negociación para actuar con competencia y eficacia.
En el tratamiento de la información, desde el Adulto, funcionamos como un sistema
lógico y racional, como un ordenador inteligente: Procesamos la información que
recogemos del exterior, por medio de los sentidos corporales, y del interior, es decir
del cuerpo y de los otros Estados del yo. Recogida la información la clasificamos,
analizamos, organizamos, sacamos deducciones lógicas, evaluamos las opciones,
estimamos las probabilidades de éxito de cada una de ellas, tomamos decisiones
razonables y convenientes en la situación presente, ponemos en práctica las decisiones,
las revisamos y ajustamos si es preciso.
Se experimenta como la voz de la razón aquí y ahora. Está orientado a cuidar con
objetividad y de manera actualizada a la persona teniendo en cuenta las circunstancias
de la situación, las necesidades y sentires propias y ajenas y la ética propia.
COMO DISTINGUIR EL ADULTO EN ACCION
Cuando se hace cargo de la personalidad el Adulto de la persona, esta se comporta
de una manera autónoma y pertinente a la situación aquí y ahora.
La serenidad dentro de la emoción, la escucha atenta, el uso de preguntas que
buscan información, una mirada directa, etc. son algunos de los indicadores del
Adulto.
Se manifiesta hacia fuera con palabras y frases que expresan hechos, datos
internos y externos, con preguntas y respuestas con intención directa y clara, con
valoraciones objetivas basadas en datos. Con acciones efectivas y pertinentes para
resolver los problemas usando los datos y recursos de la situación. Con expresión de
sentires auténticos relacionados con los estímulos y relaciones de la situación presente.
Usa palabras y frases como: “¿Preparado?... ¡Ahora!”, “Hay demasiadas cosas
para trabajar con comodidad”, “¿Dónde pongo esto?”, “Aquí”, “¿Quién, qué, dónde,
cuándo, cómo, por qué, para qué?”, “¿Has tomado una decisión?”, “¿Qué esperas
de mi?”, “¿Cuáles son los medios de que dispones?”, “No estoy de acuerdo”, “Esta es
mi opinión... , pero no es más que mi opinión”, “Estas son las ventajas y los
inconvenientes”, "Me siento triste (contento, enfadado, asustado,…) cuando dices
(haces) eso"...
Actitudes corporales: Relajado pero atento, cabeza derecha, mirada discreta,
voz calmada, las piernas puestas en el suelo, los brazos abiertos,.

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