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viernes, 30 de abril de 2010

LA AVENTURA DE MORIR (DOCTOR JORGE CARVAJAL)

LA AVENTURA DE MORIR

Morir al pasado, morir al porvenir, vivir es morir en el arte de ser el instante. Vivir es morir cada segundo para ser el tiempo profundo de la eternidad. Aventura de la paz, morir es renunciar a lo que no se es para ser. Cada renuncia es una muerte que anuncia la vida. Cada muerte es una pausa del no ser en el que habita desnuda la vida.




Ellos celebran la muerte como el nacimiento. No perdieron el contacto primitivo con la vida, ni confundieron la vida y el cuerpo. Van por los caminos del bosque sintiendo los espíritus tutelares que dan vida al río la piedra y la flor. Conviven con el tucán y la pantera negra, sin miedo viven, sin miedo despiden los muertos seguros de la continuidad del viaje de la vida en cada muerte. La vida jamás se detiene en Arquía, como un arquetipo la vida pervive cuando el cuerpo se muere. La vida es el alma, la propia y la de todas las cosas, y la misma vida vibra expandida en pájaros y flores o palabras vivas del alma.
Ellos lloran sus muertos y mueren un poco con ellos. La muerte se vive de negro, y salpica de grises el altar del apego a los cuerpos. Ellos niegan la muerte, afirman la muerte en su huida y por su misma fuga no viven la vida. Ellos aplazan el vivir para otra vida, otras vidas, otros infiernos o cielos. Van dejando la vida para otro momento, instante a instante muriendo al genuino vivir. Ellos, embalsamados con sus cuerpos, buscan congelar la memoria del tiempo y creen que vivir está detenido en cada recuerdo.
Ellos somos nosotros, muchos que tenemos el temor de morir sin saber que ya el mismo temor impide vivir. Otros que hemos llenado de tantas condiciones el vivir, que literalmente vamos muriendo.
En las rocas heladas que enmarcan el silencio de los monasterios los monjes tibetanos nutren las aves con sus cuerpos. Su despedida es un legado a la vida no separada y allá en las montañas nevadas se nutren sus alas. En el Chocó después de la muerte el dolor se celebra con nueve días de fiesta. Flores y oraciones, encuentros y solidaridades, la muerte pareciera a veces una ofrenda. Catástrofes, muertes mayores y muertes pequeñas, cascadas de vida..... mueren las nubes y nace la lluvia, mueren los ríos y nacen los mares. Frutos maduros desparraman sus semillas, la muerte como una semilla germina en una cascada continua de vida, como si a la muerte sólo sucediera la vida. Aventura permanente de la vida que se afirma naciendo de su misma muerte.
La ilusión del movimiento del tiempo conduce al futuro o al pasado sin vivir la aventura del momento.
Morir al pasado, morir al porvenir, vivir es morir en el arte de ser el instante.
Vivir es morir cada segundo para ser el tiempo profundo de la eternidad.
Aventura de la paz, morir es renunciar a lo que no se es para ser.
Cada renuncia es una muerte que anuncia la vida.
Cada muerte es una pausa del no ser en el que habita desnuda la vida.
Muchas muertes encadenadas a la muerte, muchas vidas en la renuncia a la vida. Dar la vida, dar el ser, darse es beber del agua de la vida más abundante. Quien pierde la vida la ganará. Quien retenga la vida la perderá.
Ser agua corriente y renacer con la muerte a la vida que vive perenne en la conciencia del servidor. Servir es vivir, la ley de la vida es la misma ley del amor, donde hay fuga o huida o temor no puede existir el amor, y no hay vida.
Se puede decir que la única muerte que niega la vida es aquella del miedo en el que, confundida la vida y el cuerpo, nace el apego al no ser y se lucha más por huir de la muerte que por vivir la vida. Aceptar la muerte es una condición de la vida. El temor de la muerte sacrifica la vida. Vivir la aventura de la muerte para descubrir el infinito potencial de la vida, vivir la aventura de la vida sin tener que huir de la muerte. Aceptar la vida y la muerte como dos viejas amigas, dos maestras que enseñan de la continuidad del alma en cada conciencia. Y los que un día fueron declarados clínicamente muertos y por alguna misteriosa razón sobrevivieron, nos han relatado la maravillosa historia del túnel de luz. Son mejores seres humanos los que como el hijo pródigo volvieron, y cambiaron su dimensión de la vida en el cuerpo. ¿Porqué esperar a morir para tener la posibilidad de vivir?


Jorge Carvajal Posada

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